Opinión
La Navidad
Por: Edgardo Ramírez Polania
Los años se van con sigilo dejando atrás los horizontes lúcidos para entrar en la noche de los tiempos, donde se encuentran las cenizas que quemaron el corazón de la luminosidad de los días.
Esos mismos que alumbraron corazones alegres y tristes en la inmensidad de sus horas, que pasaron como un rayo de luz sobre los ramajes de árboles dispersos en la diafanidad del sol.
La navidad es alegre y triste, porque está dividida en sentimientos de alegría, de dolor muerte, soledad en las prisiones o el olvido de los necesitados, donde no llega la navidad en esa transfusión de colores y sonidos.
La navidad tiene una sublimación en sus celebraciones por las luces, la música y las formas de los pesebres y arbolitos casi irreales y sutiles, que semejan un estado del alma de naturaleza delicada.
Algunos hechos ocurren tristes como el desplazamiento realizado por criminales, o los actos corruptos de antiguos funcionarios o de la justicia venal cargada de vileza en sus actuaciones contra niños, viudas, hombres de bien y hasta del mismo gobierno.
Otros hechos llenan de alegría los hogares como el nacimiento de nuevos seres de una belleza que se diría inmaterial por ese proceso biológico y divino del nacimiento.
En algunos el odio se anidó en sus almas oscurecidas por la ambición, el repudio y la violencia que se resisten en desaparecer como una maldición que no permite la solidaridad ni el progreso social.
Esa misma repulsa de aquellos seres amargados que todo lo critican, así sea bueno, porque sus almas no están abiertas a las ternuras, las verdades y las sensaciones profundas que se desarrollan en las mentes sanas.
Todas esas expresiones negativas del alma de las gentes, pareciera que desaparecen en diciembre, el mes de la navidad que celebran los católicos por el nacimiento de Jesús.
El mes de diciembre, a veces trae lluvias, pero siempre se ven los cielos de nácar con tintes anaranjados y rojizos con sus nubes bordeadas de celajes, anunciando la llegada del Mesías para los creyentes de ese ser maravilloso con 2000 años de existencia, que continúa entre los siglos.
Los villancicos, la música navideña, los regalos, las viandas, hacen parte de esa hermosa celebración en medio de alumbrados que titilan como estrellas en la bóveda de un cielo de una pureza tierna y melancólica que cada año llega para hacernos felices.
Deponer los odios y los resentimientos son una necesidad inaplazable en estos momentos que nuestro país requiere cambios sociales, económicos y políticos para combatir la inequidad y así poder disfrutar de un año más de vida amable, en paz y feliz.